«La alcachofa es uno de mis vegetales favoritos»
Irene Bueno es una apasionada de la alimentación saludable y es autora de la guía Del Infierno Civilizado al Paraíso Frugal, donde comparte 77 recetas sencillas de elaborar. Confiesa que en su cocina no faltan hortalizas, como las alcachofas, y cree firmemente en los buenos hábitos de vida. Hemos hablado con ella y esto es lo que nos ha contado.
Eres chef “de cocina natural”. ¿Qué significa ese concepto?
Significa que utilizo la cocina (un método artificial, ya que en la naturaleza no hay horno, ni vitrocerámica, ni batidoras…) para preparar los alimentos de forma que tengan la mejor funcionalidad para la salud de nuestro cuerpo sin renunciar al disfrute a la hora de consumirlos.
¿De dónde viene tu pasión por las verduras?
De siempre porque soy vegetariana de nacimiento y desde niña me han encantado los vegetales. Aparte de eso, gracias a mi trabajo he tenido que desarrollar una habilidad especial para ayudar a muchas personas no habituadas a consumir verduras a incluirlas en su dieta. A día de hoy considero a las verduras mi mejor material de construcción para mis tejidos, además de grandes aliadas en los procesos de desintoxicación del organismo que todos necesitamos con urgencia, pero sin prisa.
¿Hasta qué punto es importante que no falten hortalizas en nuestro menú diario?
Tienen una función hidratante porque son ricas en agua, actúan como disolventes suaves porque son menos agresivas que otros métodos “de moda” para desintoxicarnos que pueden volverse peligrosos como técnicas depurativas, son ricas en fibra por lo que contribuyen a mantener una buena flora intestinal además de un buen tránsito en nuestros maltrechos intestinos. Adecuadamente preparadas (y eso implica cocinar algunos vegetales que contienen almidones mucoproductores) son ricas en azúcares simples que son los “ladrillos” de nuestra máquina humana en muchos sentidos. Son ricas en vitaminas, minerales, oligoelementos y además, bien preparadas son exquisitas al paladar, sobretodo dentro de una dieta adecuada de transición que nos vaya llevando poco a poco a acostumbrarnos a los sabores de una dieta más natural y saludable.
Más allá del impacto en la alimentación, ¿qué supone para nuestro bienestar mantener una dieta saludable?
Comer mejor debería implicar -con el tiempo- comer menos, por eso las “dietas naturales” no funcionan a la larga, porque están conducen a la sobrealimentación, incluso de los mejores alimentos. Comer menos nos regala horas y horas de “ayuno” que nos permiten recuperar una buena asimilación intestinal. Con buena asimilación, necesitamos menos alimentos, alimentos más sencillos y más económicos. Por lo que a la vez que dañamos menos nuestro organismo (y necesitamos menos energía para la digestión) estamos consumiendo menos recursos de explotación vegetal, animal y humana. No vivimos en el espacio, vivimos en el planeta tierra y el equilibrio y la salud de nuestro entorno depende sí o sí, del impacto medioambiental de la huella ecológica humana, que es absolutamente desastrosa y cuya causa es un 99% provocada por la dieta civilizada que pretendemos llevar (un experimento de apenas unos escasos miles de años, comparado con los millones de años que la misma especie sobrevivió en armonía con la naturaleza que nos proveía de todo el alimento que necesitábamos, en perfecto equilibrio con el medioambiente y el resto de especies). Claro que plantear esto en un planeta de más de 7.500 millones de habitantes se complica bastante. Pero eso sería tema para otra entrevista.
¿En tu cocina encontraríamos alcachofas?
¡Por supuesto! Siempre que sea temporada. Es uno de mis vegetales favoritos.
¿Nos cuentas cómo te gusta degustar esta hortaliza?
Al vapor o al horno. Simplemente con aceite, limón y sal o con un poco de mayonesa casera.
¿Qué destacarías de ella?
Su sabor dulce, y a nivel “funcional” para nuestra salud: su alto contenido en azúcares simples y en fibra.
¿Cómo convencerías a aquellos pocos que todavía no son muy amigos de las verduras?
No soy muy amiga de hacer “convicciones dietéticas” a nadie, pero cualquiera que ha venido a mi casa y me ha visto comer o ha compartido un plato de verduras conmigo, sabe que el disfrute que se experimenta ante un buen plato de verduras que esté bien preparado es contagioso. Nadie se resiste a probarlo. A veces las personas tienen miedo a experimentar cosas nuevas porque simplemente piensan que no les van a gustar. E incluso en casos en que las personas rechazaban rotundamente el sabor de cualquier vegetal (situación por cierto muy relacionada con unos altos niveles de toxemia) no ha habido caso que no se haya solucionado con la práctica de la técnica más antigua del mundo para recuperar un apetito saludable: ¡el ayuno!