«Se me ha caído media sonrisa al pensar cómo hubiera pintado Caravaggio una alcachofa»
Destaca en la arena tuitera un perfil, de nombre @MdaCaravaggio, que acostumbra a divertirnos con lisonjas y alharacas dedicadas –desde la distancia de los siglos– al gran genio de la pintura barroca, Michelangelo Merisi da Caravaggio. Pero vayamos al grano, ¿por qué se entrevista al tal MdaCaravaggio en el blog Alcachofa de España? Sencillo: porque el bueno de Michelangelo fue un entusiasta del carciofo –alcachofa en italiano– y su emisario en el reino de los 280 caracteres le remeda en el gusto por esta flor del Mediterráneo. A falta de genio del pincel, conversamos con el virtuoso de Internet:
Cuentan las malas lenguas que el auténtico Caravaggio era un ser iracundo, y que su mal pronto quedó a la vista del pueblo en un episodio relacionado con la alcachofa. Ocurrió en un restaurante italiano: cuando el camarero le sirvió sus amadas alcachofas, el pintor preguntó si estaban cocinadas con mantequilla, curiosidad que el camarero despachó con una evasiva: “lo mejor para saberlo es probarlas”. Se dice que el genio atajó la fantochada arrojándole las alcachofas a la cara. ¿Puede usted confirmar este hecho?
Por desgracia, los pocos datos biográficos de Michelangelo Merisi da Caravaggio que han llegado hasta nuestros días no son sino documentos relacionados con conflictos judiciales, como es este caso. Ocurrió un 24 de abril de 1604 en la Osteria del Moro, donde el artista se disponía a disfrutar de un plato de ocho alcachofas, cuatro de ellas en mantequilla y en aceite las restantes. Cuando el camarero le sirvió su plato Caravaggio preguntó cuáles eran en aceite y cuáles en mantequilla.
Llegados a este punto las versiones ante el juez divergen: el camarero declaró que él sin inquina alguna dijo que las oliera, mientras que un testigo del suceso aseveró que el camarero había tomado una de las alcachofas aproximándosela a su propia nariz, en un gesto claramente despectivo para con el Maestro.
Fuera como fuese, lo cierto es que en cualquiera de las dos versiones se haya implícitamente una actitud cuasi xenofóbica por parte del camarero, pues al provenir Caravaggio de la Lombardía le estaba dando a entender que los provincianos no sabían distinguir el buen aceite romano de la burda mantequilla.
La historia termina con un fácilmente irascible Caravaggio en pleno uso de su mala leche arrojándole al camarero el plato a la cara, con la consiguiente herida que le produjo, y sacando la espada ropera, ante la cual el camarero huyó despavorido.
¿Hasta qué punto era Caravaggio amante de las alcachofas? ¿Está al tanto de su nivel de fruición?
Como he mencionado anteriormente, es muy poco lo que sabemos de la vida de Caravaggio más allá del legado pictórico que dejó y de ciertos puntos de luz en torno a su vida. Es claroscuro tanto en obra como en biografía. Esto, desgraciadamente, hace que sus episodios violentos sean vox populi y desconozcamos la verdadera inteligencia y profundidad de una de las mentes más revolucionarias de la Historia del Arte.
Por lo tanto, poco se puede decir al respecto, más allá de las suposiciones en torno al aprecio por las alcachofas que nos deja entrever este episodio. No obstante, no sería de extrañar que Caravaggio gustara de consumirlas frecuentemente en una ciudad cuyo patrimonio cultural, entre Panteón y Coliseo, incluye también la alcachofa.
En su apasionamiento por este vegetal, ¿dominaba el goce gastronómico o las posibilidades artísticas de un alimento con pronunciados claroscuros?
No negaré que se me ha caído media sonrisa al pensar cómo hubiera pintado Caravaggio una alcachofa. Y lo cierto es que bien pudiera haberlo hecho, puesto que las medias figuras acompañadas de bodegones fueron una de las características de juventud. Pero no, desgraciadamente no “retrató” ninguna alcachofa, con que quedémonos en el pensamiento positivo del goce gastronómico.
En el caso de @MdaCaravaggio, ¿es usted un apasionado de la alcachofa?
Empiezo a sentir cierto vacío por haber finalizado la temporada, con que sí. No diría tanto apasionado, pero desde luego está presente varias veces al mes durante el invierno.
¿Cómo suele hacer uso de ellas? ¿Le gustaría compartir una receta con sus seguidores?
Soy poco imaginativo al respecto. Siempre consumo las tradicionales alcachofas con jamón.
Recientemente ha sugerido en Twitter que se haga de la alcachofa fiesta nacional: profundice en esta idea, para usted, ¿cómo sería la fiesta nacional de la alcachofa?
En realidad la sugerencia no fue mía, sino que me hice eco de las palabras de Íñigo Segurola en un programa de humor. Hacía la comparación con la fiesta nacional de los nipones en torno al cerezo y abogaba por hacer lo propio con la alcachofa, por ejemplo.
De darse el caso, creo que la alcachofa tiene mucho que ofrecer en un día en el que lo mismo se pudiera admirar su belleza en flor como degustar la infinidad de posibilidades culinarias que regala.
¿Puede explicarnos en qué consiste #OrgulloBarroco?
El día del Orgullo Barroco nació como un acto de celebración y apoteosis, nunca mejor dicho, del arte barroco el 7 de diciembre, conmemorando el nacimiento de Bernini.
Sin embargo, con el tiempo se ha convertido en un punto de encuentro que va mucho más allá de este estilo artístico, donde tienen cabida elementos tan dispares como el debate, el humor o la reivindicación por la conservación del Patrimonio, tan sumamente fundamental siempre, pero especialmente ahora en vista a las múltiples y lamentables noticias que surgen en torno a desastrosas labores de intervención, que no restauración, llevadas a cabo por personas sin preparación alguna en una profesión que requiere de un altísimo grado de especialización y profesionalización.
En resumen, se trata de un pequeño rincón de Twitter donde hablar de arte y cultura, y que tiene su día grande cada 7 de diciembre.
¿Qué encaje tendría un Michelangelo Merisi da Caravaggio joven en el mundo actual? ¿Cree que sería instagramer?
Su arte encaja a la perfección con este audiovisual siglo XXI. Sus pinturas no son sino fotogramas congelados, muy visuales, que gracias a su extremado realismo proyectan una imagen mental de lo que las figuras retratadas han hecho antes y harán después.
Puestos a imaginar, no creo que fuera instagramer, demasiado “mainstream”. Es muy probable que se dedicara a la fotografía, sí, pero por otros medios. Quién sabe si no sería fotógrafo de conflictos bélicos, por ejemplo.
Y usted, ¿a qué aspira? ¿Alberga un afán meramente divulgador, o pretende devolvernos al barroquismo?
El ser parte de un pequeño rincón de Twitter donde se comparte conocimiento, cultura, arte y risas es ya mucho más de lo que aspiraba desde un inicio. Créanme si digo que he aprendido mucho más de lo que jamás podré aportar. Y si mediante un tuit logro sacar una sonrisa o dar a conocer algo a quien está al otro lado de la pantalla, me doy por más que satisfecho.
Además, nadie puede guiarlos en la senda del Barroco. En el fondo, todos ustedes ya lo son.