La alcachofa como modelo filosófico
¿Sabíais que existe un modelo filosófico que hace referencia al ‘yo’, al ser humano, como modelo alcachofa? Esta semana se celebra el Día Mundial de la Filosofía y vamos a aprovechar la ocasión para contaros en qué consiste esta metáfora y cuáles son sus interpretaciones.
Según explica Manuel Bermúdez, profesor de Filosofía de la Universidad de Córdoba, este modelo consiste en que, al igual que la alcachofa es una flor sin un núcleo concreto, a la que se van quitando las hojas hasta que ya no queda nada, una persona tampoco contiene una semilla que permita “sostener la imagen identitaria que todos y cada uno de nosotros tenemos”.
Ello significa que cada ser humano es un ente con una configuración genética determinada, que sigue posteriormente un proceso de evolución, de modificación, en función de las interacciones que desarrollamos con el medio que nos rodea.
Bermúdez pone como ejemplo dos obras culturales con dos personajes protagonistas cuya trayectoria en la historia deja claro el modelo alcachofa. La primera de ellas es la oscarizada película alemana La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006), en la que un miembro de la policía secreta de la Alemania de los 80, la Stasi, cuenta cómo se ha establecido un experimento muy peculiar: arrancar a los intelectuales de su medio y dejarles aislados en una celda para ver cómo paulatinamente su personalidad se va disgregando.
La segunda es la novela La hoguera de las vanidades (Tom Wolf, 1987), que tiene como protagonista a un exitoso bróker de la Bolsa americana que gana muchísimo dinero y que se siente muy seguro de sí mismo. Después de un accidente de coche por el que le acusan de matar a un hombre, es metido en la cárcel y poco a poco se va viendo cómo las capas (las hojas de alcachofa) que le conforman van desapareciendo.
Esta teoría contrasta con la del modelo aguacate, más conectada a nivel religioso con el alma y el espíritu y que consiste en el que ser humano es un ente con una semilla interna inalterable que lo convierte en lo que es y que, si es plantada en un terreno fértil, da lugar a un fruto nuevo.
Nuestra querida alcachofa no deja de sorprendernos: sirve tanto para un delicioso plato caliente como para dar nombre a un modelo filosófico con un componente muy psicológico. ¡Es tan polifacética!